LA ADICCIÓN A LA COMIDA
¿Eso existe?
Sí existe la adicción a la comida y es una adicción muy complicada. Los adictos a la comida no nos podemos permitir el lujo de buscar un lugar de retiro, donde alejarnos de nuestro vicio. Por desgracia la comida es necesaria para vivir.
En muchos casos cuando vamos a la nevera para coger algo de picar, no tenemos hambre, solo queremos llenar un vacío emocional. Comer nos hace segregar serotonina y dopamina, que son dos hormonas que nos producen placer. Por esta sensación de placer que nos genera la comida, la usamos en situaciones de estrés, tristeza o enfado. Esto el lo que los especialistas consideran adicción a la comida. Incluso podemos ser adictos a unos alimentos específicos. Los alimentos más ricos en grasas y azucares nos hacen generar mas dopaminas y nos “enganchemos”.
¿Soy adicto a la comida?
Después del desayuno debemos tener hambre tres horas más tarde. Se recomienda hacer 5 comidas al día, pero en muchos casos no comemos para saciar el hambre, ni comemos productos saludables. Es importante analizar que es lo que nos apetece comer en un momento determinado del día, porque aunque no lo creamos, lo que nos apetece tiene mucho que ver con lo que sentimos. Os doy algunos ejemplos:
- Si me apetece chocolate en el trabajo es porque estoy estresada y el chocolate tiene dos productos que me resultan calmantes ( la fenilalanina que funciona como una droga y el magnesio que es relajante)
- Si me apetece comer algo de bollería dulce a media mañana o a media tarde, es porque estoy cansada y me hace falta energía. La mejor manera de arreglar este problema es comiendo las cinco veces al día que se recomienda.
- Si me apetecen galletas o helado sin tener hambre es porque me siento triste y el triptófano que contienen estos productos me ayudan a lidiar con la tristeza.
- Si me apetecen palomitas, patatas fritas o frutos secos por la noche es porque tienen grasas y carbohidratos que me hacen sentir placer ( el cerebro recibe estímulos placenteros al comerlos)
Los adictos a la comida seguimos todas estas rutinas pésimas para nuestro peso y para nuestra salud. Somos propensos a todas las enfermedades asociadas a la obesidad, porque, claro está, con el tiempo seremos – si no lo somos ya – obesos. Así que si haces estas cosas, muy probablemente seas adicto a la comida.
Éstos son sólo algunos ejemplos de productos que comemos aunque no tengamos apetito y porque nos apetecen. Sabemos que no es correcto pero ¿Cuántas veces no somos capaces de controlar la tentación? A mí me cuesta la vida negarme a picar entre horas y seamos honestos, no siempre lo consigo.
Me he estado informando y hay tres consejos que se repiten mucho y que curiosamente yo se los he dado mil veces a mis guerreros ( es mas fácil predicar que dar trigo, dicen en mi casa 😁)
- Buscar opciones sanas. Yo a ese nivel tengo “un máster”. Me tiro la vida haciendo snacks saludables, helados y postres hipocalóricos, mis propias barritas de cereales o energéticas, batidos y granizados bajos en calorías, etc. Pero ¿y si me pilla fuera de casa?. Yo tengo en mi bolso siempre algún caramelo sin azúcar y mis barritas de cereales. Aparte siempre puedes encontrar un quiosco o una tienda de alimentación donde comprar un sustitutivo de lo que nos provoca tentación.
- Cambia tus hábitos. Muchas veces picamos por costumbre. No se trata de ansiedad, no se trata de un problema de control de la alimentación. Solamente estamos aburridos y decidimos que un paseo a la nevera nos puede amenizar el momento. Si este es el caso, ya podemos buscar otra fuente de entretenimiento, que no se nos traduzca en kilos de más. Si no es una mala costumbre, sino una reacción compulsiva generada por la ansiedad, hay muchas actividades que pueden ocupar nuestro cerebro para que no nos dediquemos a pensar en comida. Yo puedo deciros las que a mi me abstraen de la obsesión por la comida. El deporte, las manualidades, leer y escribir, pasear, coser, tejer y bailar entre otras. Me hacen salir de mi burbuja de problemas emocionales y me transportan a una dimensión donde el tiempo pasa sin que me de cuenta de ello. El caso está en buscar esas actividades que nos hagan evadirnos y disfrutar sin comer.
- Controlar pero sin obsesionarnos. Yo a título personal odio la palabra “dieta”. Sólo el concepto me parece ya penoso. Nos sentimos forzados a seguir un riguroso régimen alimentario que no nos permite oscilar en lo mas mínimo. La presión que se acumula cada día en nuestro maltrecho sistema nervioso nos convierte en una olla exprés que en cualquier momento explota y entonces se abren las compuertas de la presa y ya no hay control. Comemos como posesos, los atracones se suceden y a cada ataque de frustración por estar haciendo algo indebido se sucede otro ataque voraz a la nevera. Yo no me niego un capricho, sólo lo retraso, no me prohíbo ningún alimento, sólo lo aplazo al día especial de la semana. Y si la ansiedad es demasiado grande, como un poco, pero no en exceso.
Como este tema es muy complejo iré haciendo otros post relacionados con la adicción a la comida.
Mientras llegan los nuevos posts, podemos empezar por ser conscientes de nuestro problema y seguir los pasos indicados para ir controlando nuestra adicción.
¡ÁNIMO QUE PODEMOS HACERLO!