El daño emocional de mal-comer
El daño emocional de mal-comer es uno de los grandes problemas de los obesos.
No solo comemos mal aún después de operarnos, sino que nos destruimos emocionalmente por el hecho de habernos pasado.
La relación con la comida en muchos casos es tóxica, es un amor mal entendido, en el que la comida se convierte en verdugo de nuestras emociones.
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El daño emocional de mal-comer
Hablemos de la comida, nuestra peor pesadilla y nuestro mayor placer.
Muchos obesos somos adictos a la comida en si misma o a determinado tipo de comida. En mi caso durante muchos años he sido adicta al azúcar.
Hoy no soy adicta al azúcar, soy adicta a hacerme daño comiendo, que creo que es aún peor que ser adicta al dulce.
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Un amor destructivo
No sé lo que dirán los médicos (bueno sí lo sé) pero realmente no quiero comentaros datos clínicos sino lo que he aprendido con los años de comer mal.
Nuestra parte egoísta del cerebro nos aboca a comer sin control. Sabemos que está mal pero nos puede la tentación.
Dicen que produce un placer instantáneo, pero justo después los remordimientos nos desbaratan el alma.
Pero eso sí, mientras comemos somos felices y nos supera. Nuestra fuerza de voluntad cede una y otra vez a la tentación.
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Los efectos emocionales de los excesos en la comida
Comes, disfrutas, eres feliz y cuando acabas de comer lo que no debes la mente ataca con toda su fuerza.
Te descubres débil y cobarde, te sientes fatal. Incapaz de ser lo suficientemente fuerte para decir que no a la comida.
Ese es el peor momento del día y se repite de manera infinita, pero no aprendemos y seguimos lesionando nuestra autoestima día a día, exceso a exceso.
Y se convierte en un terrorífico círculo vicioso que nos sumerge.
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Y si lo sabemos ¿por qué no reaccionamos?
Porque creemos que no podemos, y ¿sabéis qué?, que sí podemos, pero nos autoconvencemos de que no tenemos capacidad para decir que no.
Es muy duro dejar de ceder a la tentación y portarse bien, porque eso implica comer sano y todos sabemos que lo sano está menos rico.
O eso es lo que nos dice nuestro egoísta y malcriado cerebro, que nos hace creer que lo necesitamos, porque para él es más cómodo servirse del azúcar directamente en lugar de transformar la grasa corporal en azúcar.
Y es que, para los que no lo sepan, la fuente principal de nuestro gestor de información (el cerebro) es el azúcar y es un órgano poco trabajador y muy egoísta.
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Rebelión contra el gestor de información
Os animo a rebelaros en contra del cerebro egoísta que nos lleva por el mal camino, porque para él es el camino más cómodo.
Tenemos muchos otros motivos, satisfacción instantánea, sensación de plenitud, pero realmente bailamos al son del caprichoso que guía nuestro comportamiento.
Cuando tomamos la decisión consciente de decir “no” a nuestros caprichos descubrimos que somos capaces y valientes.
Eso es bueno porque nuestra autoestima crece en función a la disminución del control de nuestro inconsciente sobre nuestros actos.
Fuente imagen: Personas egoístas
Y ¿Cómo hacernos fuertes?
Buscar alternativas saludables a la comida es una gran opción. El deporte y las actividades lúdicas que ocupan nuestra mente son perfectas para evitar que comamos.
Sé que no a todos nos gusta hacer deporte, pero seguro que tenemos algún hobby que nos haga entretener la mente y no comer de manera compulsiva.
Acostarse pronto y tener ritmos de descanso adecuados ayuda a no pasarnos comiendo, porque generalmente cuando más la liamos es por la noche y más si trasnochamos.
Recordarnos ante el espejo que somos nosotros los que mandamos y que no estamos enfadados con nosotros mismos por nuestras recaídas también es buena alternativa.
Y por último apoyarnos en personas que conocen el tema, tanto profesionales como otros que pasan por nuestra situación, porque estas cosas se sobrellevan mejor en compañía.
Un pelín de romanticismo poético para acabar este artículo
Fuente imagen y poema: Corazón valiente
Fuente imagen portada: Emociones toxicas por deepack chopra