Las creaciones de la mente que nos llevan al Olimpo
Cuando nace la mañana
Al amanecer el día buscamos una motivación para bajar de la cama y comenzar la jornada. ¿Qué nos depara el día?… sólo los hados del destino lo saben. Pero la mente se llena de planes que nos hacen comenzar en nuestro devenir. Es la imaginación, el residuo del niño que fuimos un día y que se creía capaz de tener el mundo entre sus brazos. Porque la ilusión y la inocencia nos hace más fuertes. Si creemos en “hadas y duendes”, si somos capaces de ver la vida como un paraíso perdido, alcanzaremos la felicidad.
El despertar puede ser un camino largo y sinuoso, o como es mi caso, un rápido latigazo de realidad que te pone en pie. No es suerte, es un calvario, cuando comienzas el día, impulsado por el dolor que te impide mantenerte bajo las mantas calientes y te obliga a enfrentarte a la realidad con menos moral y más fatiga que la mayoría de los mortales.
No todos padecen dolores. Yo sí. No todos sufren de un cansancio crónico, mezcla de enfermedad, exceso de responsabilidad y complicaciones vitales de esas que Zeus nos manda con una sonrisa en los labios. Porque nadie ha dicho que lo que nos depara el destino sea fácil y a veces, en mi ensueño, tras levantarme medio fundida, pienso, que sea cual sea el Dios en el que creamos, tiene un sentido del humor algo retorcido.
Sobre los sueños del hombre que mueven la voluntad
Y seguimos levantados, aunque el cuerpo nos pida “salsa” y miremos la cama con ojitos de querer. Es que Morfeo nos llama y nos intenta convencer que como en sus brazos no estaremos en ningún sitio.
¿Qué me mueve, para seguir activa, cuando el cuerpo me pide enrollarme en la manta y hacerme capullo de gusano de seda?. Son divagaciones y sueños, el motor de la ilusión. Nadie que no tenga una meta, un objetivo o un sueño se levanta cada día con fuerzas para luchar. O eso es lo que yo pienso.
Los pobres mortales que vivimos en una realidad algo triste, tenemos sueños, como los ricos y famosos ¡sí señor! porque los sueños son gratis (aun no los cobran) y nos podemos permitir disfrutar de ellos y hacerlos el ariete con el que enfrentamos la vida y abrimos las puertas de lo imposible.
Sobre los placeres mundanos
Que soñamos las personas para mover nuestros actos. Lo que soñamos es simple. Buscamos placeres mundanos. Pequeñas satisfacciones que nos hacen más felices. Los sueños que rondan mi mente son vencer la ansiedad por lograr mis objetivos, ser feliz en mi día a día y hacer felices a los míos con cada acción de mi vida.
Esos pequeños placeres me llevan a soñar grandes cosas. Para conseguir la calma hay que tener un futuro bien definido y son las divagaciones y sueños, el motor de la ilusión, lo que me hacen iniciar cada mañana una lucha sin cuartel, contra los obstáculos que me separan de los deseos más profundos de mi alma.
No hay en el alma fuerza más imponente que la que dan las metas marcadas, que solo conseguimos a partir de los sueños. Hacer realidad las ilusiones, nos lleva a ser felices. Yo quiero ser feliz y cada amanecer cuando abro mis ojos hay un sueño por lograr, una esperanza en el futuro que me hace perdurar y permanecer en la lucha.
¿Qué es placer para ti?
No todos tenemos los mismos sueños, ni nos provocan placer las mismas cosas. En mi mundo placer es igual a conseguir mis objetivos. No necesito lujo ni gran cantidad de dinero. Me hace feliz sentarme cada noche pensando que he alcanzado cada uno de mis sueños para ese día.
¿Está mal que tú no tengas el mismo concepto de placer? CLARO QUE NO. Cada persona es un mundo, lo que para unos es el culmen del disfrute humano, para otros es banal. ¿Por qué tenemos que sentir lo mismo?. ¿Estás tú en mi mente o estoy yo en la tuya? Nadie es más que nadie, ni posee la verdad absoluta y quien lo crea se engaña. Porque cada persona tiene su propia percepción, tan intima y personal que no puede ser valorada ni juzgada por otros. Solamente con seguir el precepto de no dañar al prójimo ya estás en todo tu derecho de ser feliz como quieras.
Conclusiones personales sobre divagaciones y sueños, el motor de la ilusión
Divagar y disfrutar de los sueños es tan humano como sufrir por los pesares y problemas de la vida. Está bien tener deseos y luchar por alcanzarlos y cuando la vida se porta y te permite el raro lujo de conseguir alguno de ellos, saborea el éxito que es un extraño regalo. Pocas veces nos podemos permitir decir “logre alcanzar mis sueños“. Si puedes decirlo clama al cielo y a los cuatro vientos. Enarbola tu bandera y grita:
Hoy vencí al destino
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