La ofensa al obeso, un deporte siniestro
Hoy hablaremos de la ofensa al obeso, un deporte muy siniestro y que muchos, pero muchos que nos rodean hacen a diario.
No voy a hablar desde el rencor, ni desde la auto-compasión, creo que esto es más una crítica constructiva que un lanzamiento de culpas al prójimo.
No puedo creer que un solo obeso de nuestra “sociedad desarrollada” haya dejado de sufrir el acoso de otros “elementos” de su entorno.
La ofensa al obeso, un deporte siniestro
Os va a sonar a más de uno lo que os voy a comentar.
Desde los 7 años soy obesa y desde esa edad me han atacado, ofendido, insultado e incluso agredido por el simple hecho de ser gordita.
Supongo que muchos de vosotros lo habéis pasado, pero en mi caso la cosa fue disminuyendo a raíz de empezar a enfrentar el problema.
Fuente imagen: acoso por obesidad
Haciendo historia
Lo injusto me corroe el alma y que nos ofendan sin motivo es lo más injusto del mundo. Que se nos acose por el simple hecho de ser diferentes no tiene ninguna razón de ser.
Y como no es racional yo me revelé. He sido la niña más buena del mundo, menos cuando decían la palabra mágica.
Oír gritar “gorda” y alterárseme el carácter era todo uno. He llegado a comportarme de modo muy agresivo con quienes me insultaban.
No lo aconsejo, pero he de reconocer que cuando aumentó mi agresividad disminuyeron las ofensas y en la secundaria ya nadie se metía conmigo.
Fuente imagen: acoso escolar
Cincuenta formas para herirnos
Pero mi forma de reaccionar al problema no es la tónica general.
Lo normal es que suframos en silencio y demos alas a nuestros ofensores, que se crecen cada día e inventan distintas maneras de tortura.
Porque ¡sí señores! es tortura ofender, maltratar física y psicológicamente y denigrar a las personas de un colectivo cualquiera.
Nosotros somos obesos, pero somos personas y los que tienen mala fe y nos rodean, piensan que tienen derecho a todo, solo porque nos callamos.
Fuente imagen: pandemia de obesidad
La diana perfecta
Nuestro carácter suele ser pausado, tranquilo. Locos por encajar aceptamos lo que nos rodea con estoicismo.
Nos adaptamos a los que nos rodean porque queremos agradar. Es difícil entender porque unos kilos de más nos hacen ser rechazados por el mundo.
Estamos volcados en ser aceptados y eso deja el flanco de nuestro corazón descubierto para los desalmados que deciden disfrutar haciendo daño al “pobre gordo”.
Cuanto más nos dejamos ofender, más se ensañan con nosotros y más nos hunden.
fuente imagen: campaña publicitaria indignante
Salir del pozo
Luego la vida nos lleva a una camilla de quirófano para operarnos de cirugía bariátrica o a una vida sana sustentada por el deporte diario y la buena alimentación.
Nuestra autoestima se refuerza a cada kilo que se cae de nuestro cuerpo y entonces empezamos a descubrir que no tenemos porqué aguantar las ofensas de otros.
Los que se llenaban la boca diciéndonos lo gordos que estábamos ahora intentan hacer lo mismo y nos dicen que estamos demacrados, demasiado delgados, parecemos enfermos…
Fuente imagen: salir del pozo
Leche agria
Y un día respondemos a esas personas y les decimos donde se pueden meter sus opiniones y de pronto “se nos ha agriado el carácter” desde que estamos delgados.
Es que, a mí por lo menos me da la risa. Porque no he cambiado de carácter, solo digo lo que antes no me atrevía a decir pero pensaba.
Me he dado cuenta de que no necesito “encajar” que soy yo y quien me quiera que me acepte. Que nadie es más que yo.
¡¿Pero que se cree la gente?! nadie es quien para tratarme como un felpudo y limpiarse los pies en mi espalda.
Fuente imagen: Pan enfadado
La ofensa al obeso, un deporte siniestro: La cura para nuestros males
La autoestima y el amor propio son la mejor cura para la tristeza que nos provocan las ofensas de los que muy amablemente nos dan su opinión sobre nuestra persona.
Que se metan la opinión en el bolsillo trasero del pantalón, que cuando me dicen que estoy gorda yo también tengo espejos en mi casa.
Deberíamos afilar la lengua a la altura de las que nos envenenan el alma y nos ofenden. Decir lo que pensamos no es delito, es nuestro derecho.
Estemos gordos o delgados, tenemos derecho a vivir como cualquier otro y ya es hora de que los listos que nos atacan se enteren…
Fuente imagen: Tess holiday super modelo
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Fuente imagen portada: Tess holyday